Fuente: Cordópolis
Frente al activismo ecologista que ataca el arte clásico, la Thyssen-Bornemisza Academy trata en Córdoba de usar el arte moderno para imaginar futuros sostenibles
Estaba delante de sus narices y nadie parecía prestarle atención. Cuando el equipo creativo de la mecenas y coleccionista de arte contemporáneo Francesca Thyssen-Bornemisza llegó a Córdoba para comenzar el proceso que luego cristalizó en el aterrizaje de la TBA21 en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A), no tardó mucho en reparar en que, a apenas cien metros de este espacio (ubicado en la pequeña península de Miraflores) había un río salvaje y vivo.
El Guadalquivir, ese río al que los cordobeses y los turistas sólo le prestan hoy atención como parte de la postal del Puente Romano y la Mezquita, es, en realidad, uno de los ríos más importantes de la historia de la humanidad si atendemos a la importancia que ha tenido en el desarrollo civilizatorio: es el río betis de la Corduba romana, que llegó a ser una de las ciudades más importantes del Imperio Romano; es también el río que alimentaba a casi un millón de personas en la capital de Al Andalus, la ciudad más importante de occidente; y también el río sin el que, en época del reinado católico, no se puede entender la conquista de América y, con ello, el inicio de la globalización.